30/4/12

Las mañanas llegaban a convertirse en mareas, hora tras hora, los pies quedaban ocultos ala luz del sol. Solo el hombre que destruyeron se desliga en carne y hueso de sus cimientos, el pensaba que la reencarnación era el fruto de su buena obra, al dormir, todo lo que sustentaba ese pensamiento era borrado por la ultima marea de la noche.
¿Entonces que le queda al elefante?.
Mirar fijamente a los ojos del hombre y creerse inmortal, respondieron sus hermanos.
Solo querían sentir lo que es cubrirse con la indiferencia del amor.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Sumerjamonos mar adentro y borremos lo imborrable