13/4/11

La espera sin lugar.



Las horas rugían sin piedad en aquella estación,
solías esperar sentado a que las piernas te movieran
las lapidascarruajes te servían de guaridaescondites.
era el fin de tu vida como persona real,
en las filas para buscar trabajo
sentías convertirte en sombra
medicandonte tu mismo
orfidalcocktail de la sumisión.
Creías tener todo controlado
te sentías más cerca de tu difunto padre
tu alma salia de tu cuerpo al cruzarte con momias
en los grandes barrios burgueses,
las grandes casas de apuestas renegaban de tu valor,
la marioneta en la que te habías convertido
no reconocía los ojos negros del futuro,
callejeando por GranVia, sus bocacalles oscuras
pegajosas de alientodesesperado te curaban
sentías la espera de tu amigo Dean caer en vacio
perseguías las horas en un reloj inventado
en lo alto del Nepal.
Todas esas personas importantes para ti
lucirían enseres inventado por obligación
para no caer en el ridículo de los magazínes
creyendo cierto las premisas que los curas
escribieron en sus pupitres de madera.
renegaban de sus llantos,
no querían decirte la verdad sobre los acinamientos
en Crackovia.
sin ese oasis de sueño que son las drogas para ti
ellos no podrían verte entre la muchedumbre
la luz que recorre tus parpados quedaría encerrada
en cámaras polaroids, y nunca sabrías escribir tu nombre
para que te reclutaran en la estación de tren más cercana.
te llevarían por el desierto más angosto
y con estas primeras gotas del Otoño
recrearías en los cristales la revelación más esperada
que una vez, de niño, te dijeron al oído;
( Nadie recuerda el nombre de las sombras.)

No hay comentarios: