Cientos de miles de pájaros volaron ayer sobre mi cabeza,
pude comprobar la sensación del miedo sobre mi piel,
la misma que me invade al sentir como poco a poco el rol
se desprende de mi y me va dejando lentamente.
En el tejado de esta pequeña casa, al ver las sombras
pasar encima mio, pensé en el largo viaje que realizaban
cada año hacia tierras más cálidas, y la ilusión con la que
repetían su Jasoniana aventura una vez tras otra.
Esa incertidumbre dejaba paso a la esperanza, la soledad
con la que uno se presenta en sociedad es camuflada por
el rol que uno juega en publico y que según pasan los años,
llega casi a convertirse en un muñeco de cera,
exactamente igual que uno mismo,como una cultura pop
que nos embelesa, que nos ciega, que nos distrae,
si cierras fuerte los ojos, podrás ver tu doble
y notar que casi respira dentro de ti,
besa por ti y acaricia su mano por ti.
Gracias a esos pájaros que sobrevolaron mi azotea,
pude descubrir que mi rol huye lejos a conquistar otra persona,
que vivo realmente la revolución en primera persona,
llorando libremente y gritando sin miedo a confundir
mi identidad, a veces me consume sin remedio,
mientras duermo, mientras me embriago de otro yo,
solo entonces el poder de la ironía vence al miedo,
y reconoce que las corrientes de la vulgaridad y la
provocación contemplan juntas el método NeoDada
de mis acciones actuales, con total consecuencia
de los resultados y conciencia de sus sentimientos.
No tengo miedo a la edad, el rol de la edad quedó obsoleto
en los acantilados de Moher, solo mis dedos crujirán,
si algún día , como los pájaros, nunca recordara el camino
hacia esas tierras que sustentan mi puerta y mi
razón para inventar su cerradura.
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